
La primera vez que me acosté con un hombre que no era el innombrable, fue tan simple ,que tuviera solamente dos brazos, dos piernas, dos manos, una boca y ninguna sombra detrás, ninguna culpa acechándole, ningún fantasma detrás de la puerta. Descubrí que el sexo podía ser sano, limpio, libre, adulto , maduro, razonable, trivial, eso fue lo peor. pero también me acostumbré a esa pobreza y así esa nostalgia se fue convirtiendo en obsesión